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Con o sin Inteligencia Artificial el Socialismo es inviable.

Es que la IA da un renovado oxígeno de esperanza a los socialistas y estatistas de todo el espectro, quienes ahora, al igual que antes se ilusionaban con cada mejorar del poder de cómputo de las máquinas. Albergaban la esperanza de que, mejorando el poder de procesamiento, sería posible el cálculo económico. Como indica Huerta de Soto sobre la imposibilidad del cálculo económico: “…se sigue argumentando que ello se debe, más que a otra cosa, a las limitaciones que todavía existen en cuanto a la capacidad informática de los ordenadores actuales, así como a la escasez de personal suficientemente cualificado…”[1]

Una de las preguntas que cabe formularse -que es de mi suponer que muchas personas se lo han planteado- es si al existir una super computadora capaz de procesar en tiempo real cantidades ingentes de información, si ello mismo podría hacer funcionar la planificación centralizada. A modo de anticipar una respuesta me baso en lo que responde Robert McKeown para el Mises Intitute:

“…Basarse en algoritmos para tomar la decisión correcta para cada persona es una vía peligrosa. Los resultados no serán distintos de lo que han hecho los econometras a la economía…”[2]

No solo no existe tal super computadora, sino que, además, no existe un software capaz de tener por fin diferentes propósitos y mezclarlos entre sí aprendiendo de ellos como explicaré más adelante en este trabajo. Pero ese no es el punto de la imposibilidad del socialismo. Sino que la imposibilidad real reside en que la información que se pretende utilizar, y que constituirían aquellos datos que son la base de toda IA, simplemente NO ha sido creada. Es absurdo creer posible que alguien o algo puede de hacerse de información que aún no existe. Es decir, se encuentra dispersa en la mente de miles de millones de personas alrededor de todo el mundo. (o si se quiere, circunscripta a fronteras nacionales). Solo una entidad con capacidad divina sobrehumana y omnisciente podría llevar a cabo semejante tarea, esa entidad sería Dios.

Esta misma información, además, se encuentra en constante cambio a velocidades que no pueden ser medidas. Un individuo puede decidir, por ejemplo, comprar un vehículo automotor, y en el mismo momento decidir no hacerlo, y utilizar mis medios para otros fines. Los medios y fines subjetivos se encuentran en permanente cambio.

Un aspecto interesante para considerar es el que sucede con los Crédito Sésamo – (al estilo mejor -o peor- “Black Mirror” la serie de televisión). Es un sistema de control social orwelliano tal como apunta Christian Hubbs en su artículo para el Mises Institute.[3] Este crédito sirve para rastrear compras y conductas de la ciudadanía. Incentivándola a comportarse de acuerdo con formas preestablecidas y aprobadas por el partido comunista chino. Además, se castiga a las personas que se alejan del comportamiento que el mismo partido considera correcto. Las personas, al estar hiperconectadas, con los móviles, internet, etc. están constantemente brindando información acerca de sus operaciones, consumos, gustos, traslados vía GPS, visitas a lugares, encuentro con otras personas etc. Toda esta ingente cantidad de datos se manipula gracias a softwares de IA.

Todo este cúmulo de información puede, y pretende, ser usado por los estados, a los efectos de controlar a las personas. Y aplicar socialismo puro y duro bajo pretextos de mejorar la sociedad conduciendo a los individuos a los caminos correctos de la vida, los procederes y las conductas. Nada más trágico y nada más incisivo o hiriente de muerte a la libertad individual.

Otro punto para destacar, también con China como protagonista, es que en su afán de competir contra los Estados Unidos de América (tal como compitió la URSS en su carrera espacial contra EEUU y perdió en 1969) ha manifestado la intención de “invertir” 800 mil millones dólares para el año 2025 en la Industria de la Inteligencia Artificial y conexas.

Ha sucedido, como era de esperar, que por ejemplo las universidades y revistas científicas obtengan así publicaciones académicas de baja calidad. O como por ejemplo el caso de la empresa Iflytek, empresa que supuestamente hacía traducciones lingüísticas con uso de softwares de Inteligencia Artificial, pero se descubrió su fraude porque en su lugar realmente utilizaban a seres humanos para terminar los trabajos encomendados.

Todo esto es lo esperable cuando los políticos y burócratas dirigen el financiamiento en áreas que son especializadas. Aumentan artificialmente demanda de investigadores e incentivan a personas a entrar a ese campo y producir cuando de otra forma no deberían hacerlo o no lo harían. Es un malinvestment liso y llano. Cuando artificialmente el dinero no se dirige donde la demanda real de las personas se encuentra.

Finalmente traigo a lugar la expresión de Mark A. DeWeaver, quien también para el Mises Institute escribió: “…la competencia en los mercados no es simplemente un mecanismo de transición hacia resultados de equilibrio preexistentes. Es más bien un motor de creación de conocimientos y descubrimiento empresarial… …requiere la realización de descubrimientos sobre incógnitas desconocidas…” (el subrayado es propio) agregando yo que: cuestión que nunca puede suceder bajo un sistema socialista con o sin Inteligencia Artificial.

Para cerrar el presente epígrafe considero claro y contundente cómo es lo describe Martínez Meseguer en su obra La teoría evolutiva de las instituciones, donde al respecto dice: “Desde el punto de vista teórico, ya que: a través de un sistema de coacción institucional como es el socialismo, creado contra la libre interacción humana, no se pueden reajustar los comportamientos sociales y los intercambios económicos, que inevitablemente quedaran desajustados”

Luego más adelante prosigue: “A este respecto Mises ya demostró que sólo en un entorno competitivo donde exista propiedad privada de los medios de producción, libertad de acción y de desarrollo de la función empresarial, etc. es posible que se genere y transmita la información necesaria para que surja el mercado y sea posible el cálculo económico en el que se fundamenta la coordinación social”.

Cualquier otra forma de organización económica además de ser coactiva y arbitraria “… jamás el grado de coordinación y eficiencia que se alcanza en el denominado sistema capitalista, donde toda una infinidad de interacciones humanas van reajustándose constantemente a tenor de los datos que se van generando en el mercado a cada instante y a velocidad vertiginosa.”[4] El subrayado y negrita son propios.

 

[1] J. Huerta de Soto. Socialismo, cálculo económico y función empresarial. Unión Editorial. 5° ed. 2015. Pág. 246

[2] https://mises.org/es/wire/los-algoritmos-estan-bien-hasta-que-el-gobierno-los-usa-contra-nosotros

[3] https://mises.org/es/wire/los-peligros-de-la-inteligencia-artificial-financiada-por-el-estado

[4] C. Martínez Meseguer. La teoría evolutiva de las instituciones. La perspectiva austríaca. 2° edición. Unión editorial 2009. Pág 106

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